El artículo de hoy está especialmente dirigido a aquellos aficionados que tienen en sus acuarios ejemplares de caracoles manzana (incluido el pomacea bridgesii), lechugas de agua (Pistia stratiotes), elodeas densa (Egeria densa Planch.), ortigas acuáticas (Cabomba caroliniana) o duraznillos de agua (todas las Ludwigias, excepto la Ludwigia palustris).
El pasado 12 de diciembre se publicó en el BOE el Real Decreto 1628/2011 por el que se regula el listado y catálogo español de especies exóticas invasoras (que entró en vigor al día siguiente), y tanto en el Anexo I como en el Anexo II del citado texto, aparecen algunas especies bastante comunes en acuariofilia.
Pues bien, este Real Decreto establece que los propietarios de ejemplares de alguna de las especies incluidas en el anexo I (catálogo de especies exóticas invasoras) ya no podrán comercializarlos, reproducirlos, ni cederlos a otro particular. Además, el texto indica que los poseedores de estos ejemplares podrán mantenerlos, si bien deberán informar, en el plazo máximo de un año, sobre dicha posesión a las autoridades competentes de las comunidades autónomas y ciudades de Ceuta y Melilla. Este es el caso del caracol manzana y, al contrario de lo que mucha gente opina, se prohiben todas las variedades del mismo, que incluyen entre otras, las variedades insularum, canaliculata y bridgesii, ya que en el catálogo aparece como especie invasora todo el género Pomacea (Pomacea ssp).
Además, los propietarios de ejemplares de alguna de las especies incluidas en el anexo II (listado de especies exóticas con potencial invasor), como por ejemplo lenteja de agua, physa Acuta, melanoide tuberculata, etc. ya no podrán introducirlos en el medio natural, debiendo mantenerlos en recintos vinculados a actividades humanas y aislados del medio natural.
Por último, quiero señalar que aunque estas medidas suponen un serio problema para muchos aficionados, no se han tomado por capricho. Ha sido por culpa de gente irresponsable que ha estado soltado ejemplares de estas especies (exóticas) al medio natural, pudiendo hacer peligrar la biodiversidad autóctona (hecho de por sí bastante grave) y además pueden acarrear daños estructurales y económicos millonarios, tal y como ha pasado con los caracoles manzana en el Ebro. Al menos espero que esta medida nos haga reflexionar un poco a todos de cara al futuro, o más especies seguirán los mismos pasos.
Foto: Gambascherry.es
Como bien decís, por algunos pagan todos. Estoy de acuerdo en que los que poseen de forma privada alguna especie exótica, no solamente peces, deberían ser conscientes de los daños que puede hacer al ecosistema su suelta. Pero quería comentar otro problema, la también prohibición de comercializar especies autóctonas. Creo que este problema debería ser abordado con otro enfoque, el cual es aplicable también a las especies foráneas, y es que se debería permitir solo la comercialización de especies que han sido criadas en cautividad, y de ninguna manera las que han sido obtenidas del medio natural. De esta manera podrían ser comercializadas también especies autóctonas, y su eventual suelta no produciría daños al ecosistema (o se minimizarían, dado que aunque pudieran ser soltadas en otras zonas, la climatología y otros factores serían un factor limitante.
Por ejemplo, por ahí he leído que las red cherry se pueden criar en estanque en la parte sur de España. ¿Que pasaría si alguien de Málaga, por ejemplo, suelta sus ejemplares sobrantes en algún arroyo de la Serranía? El problema puede ser minimizado si se permitiera la comercialización de gambas autóctonas, por ejemplo Atyaephyra desmaresti, Dugastella valentina o Palaemonetes zariquieyi, y que muchos aficionados a los estanques, entre los que me encuentro, podríamos tenerlas en ellos en vez de aclimatar red cherrys. Y si por algún motivo necesitamos deshacernos de ellos, su suelta en algún ecosistema local no ocasionaría daños, sino todo lo contrario. Lo mismo podría decirse del cangrejo autóctono, Austropotamobius pallipes, o de las diversas especies de náyades autóctonas, por no hablar también de peces como el fartet, todos en peligro de extinción. Criar privadamente estas especies iría a favor de la naturaleza. Pero, repito, siempre que estas originalmente hayan sido criadas en cautividad para su comercialización, con los adecuados controles.